miércoles, 18 de mayo de 2011

(L)

Estás tendida en tu cama, mil ideas pasan por tu mente y solo una perdura... EL SUICIDIO... No tienes ganas de nada, ni siquiera de respirar, pero aún asi te levantas y caminas como un alma atrapada en el tiempo, te diriges hacia el cajón en el que guardas tu tesoro, La Cuchilla, la sostienes entre tus manos, estás temblando pero no tienes miedo... vuelves a tu habitación y te sientas en la cama, vas pensando en todo lo que te ha ocurrido en tu corta vida, cada recuerdo es un millón de lágrimas que te destrozan el alma.... entonces.... te pones la cuchilla en las venas y presionas, apenas sientes dolor y presionas un poco más, apenas te quedan fuerzas pero tu sigues presionandote las venas...

Tu respiración va perdiendo las fuerzas, y tu corazón cada vez late más lento... caes sobre la cama, ya casi sin fuerzas, apenas puedes moverte, has perdido la coherencia y te salen palabras sin sentido, quieres que el dolor pase rápido... y pocos segundos después te emiezan a pesar los párpados, los vas cerrando y aceptas la idea de que todo acabarás pronto. Cuando vuelves a abrir los ojos ves una brillante luz que te ciega, avanzas hacia ella y sientes el calor de la luz, te encanta esa sensación, esa de tranquilidad que hacia mucho que no sentias, al final llegas hasta el foco de la luz, piensas que todo el dolor ha acabado pero en realidad en el lugar donde estás ahora no hay nada bonito, simplemente te espera más dolor.